En nuestro último paseo del sonido, Anne-Marie y yo nos dimos cuenta de que mucha gente nos da miradas raras cuando caminamos por el campus sin hablar, sin hacer ruido. No tratamos de ganar atención, pero por alguna razón, la falta de sonido entre un grupo de personas hace que la gente se sienta incómoda. Aún cuando hay una falta de conversación, la gente usualmente recurre al distraerle con sus celulares, mirando a redes sociales o aún fingiendo que sí tienen cosas importantes de las que preocuparles.
Cuando nos dimos cuenta que era prácticamente imposible movernos a través de un espacio así sin recibir miradas raras, nos puso un poco frustrados. ¿Por qué es más aceptado distraerse constantemente con nuestros celulares, con nuestra música (gracias a los AirPods), y con millones de otras cosas que simplemente parar y escuchar? Por qué soy el extraño si no tengo mi celular en mano en cualquier momento que no estoy hablando con alguien o estoy sólo en público?
Me gusta preguntarme cómo sería el mundo si a la gente le gustara escucharlo. ¿Daríamos cuenta mejor a nuestros alrededores? ¿Escucharíamos mejor a nuestros amigos? ¿Nos sentiríamos más conectados al mundo y nuestros hábitats e ecologías? Creo que probablamente sí. Cada vez que Anne-Marie y yo lideramos un paseo del sonido, notamos algo increíble — ya sea es un músico tocando por casualidad o es el fuerte sonido del trueno antes de que comience una tormenta. Sin importar lo que notamos, siempre hace que me sienta más conectado al mundo — un gran sentimiento con el cual finalizar el día.